Skip to main content

El novelista y filósofo C. S. Lewis dijo algo fascinante. Dijo que la mayoría de las personas, si han aprendido a mirar de forma profunda sus propios corazones, se dan cuenta de que quieren, desean y anhelan algo que este mundo no les puede dar. Ante esa realidad —que este mundo no puede satisfacer nuestros anhelos más profundos— , da igual cuánta libertad tengas, cuántas posesiones, cuánto sexo… Siempre te quedará una sensación de decepción. Y cuando la vida decepciona, hacemos una de las cuatro cosas siguientes: puedes culpar a aquello que te ha decepcionado e intentar buscar otras cosas que sí te llenen; puedes culparte a ti mismo y autocastigarte; puedes culpar al mundo y volverte cínico; o, como dice Lewis, puedes darte cuenta de que la única forma de encontrar satisfacción verdadera es orientar toda tu vida hacia la esperanza y hacia Dios. Tal como él dijo: “Si encuentro en mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”.(1)

Sugiero, pues, que lo que necesitamos es algo que de algún modo pueda explicar todo esto. Algo que nos ayude a experimentar qué significa ser humano, qué significa querer o desear de verdad el amor, la justicia, el sentido de propósito. Algo que nos sirva para abordar esos temas ahora, algo que sea relevante, útil y revelador.

640px-Vasnetsov_samolet_opt

Viktor Vasnetsov, La alfombra voladora, óleo sobre lienzo, 1880.

Para mí es apasionante ver que la Biblia trata todas estas cuestiones. Sí, la Biblia aborda estos temas de forma más profunda y más sincera que cualquier otro libro o filosofía que conozco. Quizá te choca que diga eso de un libro tan antiguo como la Biblia. Pero es que quizá los seres humanos no hemos cambiado tanto con el paso de los siglos. La cultura puede cambiar. Podemos encontrar nuevas y mejores formas de entretenernos y abstraernos. Pero las preguntas fundamentales siguen siendo las mismas, independientemente de la época y la cultura. ¿Qué significa ser humano? ¿Quién soy?

Entonces, ¿qué es lo que la Biblia nos dice? Cinco cosas. En primer lugar, la Biblia nos dice que los seres humanos fueron creados para relacionarse. Sí, también para tener sexo. Pero lo principal son las relaciones. La Biblia dice que estamos hechos para relacionarnos con Dios y con nuestros semejantes. Ese es, fundamentalmente, el sentido de la vida.

En segundo lugar, la Biblia nos dice que al ser humano se le ha otorgado dignidad y un valor increíble. Lo explica de la siguiente manera:

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.(2) La fe cristiana es la única cosmovisión que te hace ese cumplido, diciéndote que Dios te creó a su imagen.

En tercer lugar, la Biblia nos dice que la dignidad que Dios nos ha otorgado incluye la capacidad de elegir. En esta vida nos enfrentamos a decisiones importantes y reales, y nuestras elecciones tienen consecuencias. De ello se desprende que vivimos en un universo moral. Nietzsche estaba equivocado. El bien existe, el mal existe, y todos vivimos los efectos de ambos y a la vez estamos atrapados en ambos.

En cuarto lugar, la Biblia nos dice que el amor existe, y que la definición del amor procede del carácter del Dios que nos creó, un Dios que está dispuesto a darlo todo para llegar a nosotros.

Y en quinto lugar, la Biblia nos dice que estamos inmersos en una gran historia. Y que esa gran historia es una historia de amor. La historia sobre el Dios creador que se acerca a cada uno de nosotros, con nuestros complejos y nuestros miedos, nuestros deseos y nuestros anhelos, entregándose hasta la muerte en la cruz para que podamos reconciliarnos con él, si así lo escogemos.

Para el posmoderno, el concepto de “gran  historia” o “metarrelato” es un concepto extraño. A la mayoría de nosotros desde pequeños nos han enseñado y nos han llevado a pensar que los metarrelatos ya no existen. Mis creencias son mis creencias, mi historia es mi historia, mi viaje es mi viaje. Pero quizás, solo quizás, nos han dado gato por liebre.

En la película Matrix, que aunque ya es un poco vieja es una de las mejores representaciones de nuestro mundo posmoderno que he visto, hay una escena fascinante. Un personaje llamado Cypher, cuando ve que tiene la opción de escapar de Matrix —esa realidad ficticia generada por ordenador—, decide escoger una vida de placer y de ensueño en lugar de la realidad. Incluso defiende su elección. “¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca, es Matrix la que le está diciendo a mi cerebro ‘es bueno y jugoso’ … ¿sabes de qué me doy cuenta?”. Se mete un trozo en la boca y, saboreándolo, dice: “La ignorancia es la felicidad”.(3) Quizá algunos de nosotros necesitamos despertar de ese ensueño de placer, posesiones, amigos, sexo, drogas —sea cual sea tu distracción o fantasía—  y darnos cuenta de que la realidad es mayor y muchísimo mejor que eso.

¿La Biblia es represiva? A ojos del posmoderno, seguramente lo es, pero quizá nuestros ojos están habituados, insensibilizados. ¿La Biblia es anticuada? No. De hecho, nunca ha sido tan relevante como ahora. Como decía Bono de U2 con su guitarra: “El objetivo es el alma”.(4) Y si eso es verdad, no encontraremos mejor historia para guiarnos que la Biblia. Una historia que, si la seguimos, nos puede guiar de vuelta a casa, al Dios que nos creó, que nos ama, y  que puede satisfacer todas nuestras necesidades —de encontrar significado, propósito e identidad.

 

Andy Bannister es conferenciante asociado de Ravi Zacharias International Ministries; tiene un Doctorado en Estudios Islámicos y es autor de varios libros.

 

(1) C.S. Lewis, Mero cristianismo (Rialp, 2009), 148.
(2) Génesis 1:27.
(3) Citado en John Gray, Heresies (London: Granta, 2004), 52-5
(4) Inscripción que aparece en una de sus guitarras (“The goal is soul”).

Traducción: Dorcas González Bataller
Fuente: Slice of Infinity

 

¿Te ha gustado? Compártelo con tus contactos: