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En la actualidad, existe un interés creciente por la nueva espiritualidad. Con su enfoque inclusivo de la religión y su énfasis en las disciplinas espirituales, Oriente se ha vuelto enormemente atractivo. La espiritualidad oriental ofrece una amplia variedad de opciones entre las que elegir según convenga. Destacan el yoga, la astrología, la sanación holística y la meditación trascendental, entre muchas otras.

A veces, el término “espiritualidad” se utiliza de forma muy imprecisa. Gordon Wakefield ofrece una definición muy útil que dice que “en todas las tradiciones (cristianas), y en muchas creencias y filosofías no cristianas, la implicación principal es que existe un componente en la naturaleza humana que busca conectar con el fundamento y el propósito de la existencia, se entienda como se entienda”.(1) La Biblia describe esta situación como una consecuencia de la obra de Dios en nosotros para que, de alguna manera, la humanidad desee y busque lo Divino.(2) A lo largo del tiempo, esta verdad básica sobre la naturaleza humana ha tomado diferentes formas y expresiones.

Según la nueva espiritualidad, el diagnóstico del problema de la humanidad no es el pecado moral contra un Dios santo (como diagnostica la Biblia), sino que la humanidad sufre de “un tipo de amnesia metafísica, un desconocimiento de su naturaleza divina”.(3) Para superar esta “amnesia metafísica”, la nueva espiritualidad ha introducido varios caminos místicos como medio para alcanzar la salvación o, en otras palabras, para despertar a las personas de esa ignorancia profundamente arraigada y que así puedan comprender que son dios. La meta de ese camino hacia “el despertar” es la “transformación o alteración de la conciencia”, que requiere del proceso de “seguir un camino místico”, que en última instancia nos ayuda a lograr la unión con lo Divino.(4)

Edwin Lord Weeks, En el bazar de Oodeypore, óleo sobre lienzo, 1905.

Seguimos esos caminos prescritos con el único objetivo espiritual de lograr la unión entre lo finito y lo infinito, donde, en un sentido último, la persona debe perder su identidad para ser uno con lo divino (así como una gota de agua pierde su singularidad cuando se funde con el vasto océano). Claramente, uno tiene que seguir estrictamente todo lo que se ha prescrito para ganar la salvación. Sin embargo, a pesar del esfuerzo y el tiempo que este ejercicio espiritual requiere, no hay, de hecho, ninguna seguridad de que uno pueda salir airoso. Y lo que es más importante, tampoco hay manera alguna de verificar si esos caminos son verdaderos.

En cambio, la Biblia enseña que Dios es puro y santo y que el problema de la humanidad no es la amnesia metafísicasino la amnesia moral: que somos pecadores. La salvación, por tanto, puede alcanzarse no por medio de nuestro esfuerzo o siguiendo un camino místico, sino arrepintiéndonos de nuestro pecado y aceptando el sacrificio que Dios provee a través de su Hijo único, Jesucristo. Esta experiencia espiritual, que es el elemento subjetivo de la fe, está profundamente anclada en las declaraciones objetivas de Cristo, cuya veracidad ha sido puesta a prueba y verificada. Esta salvación que el cristianismo ofrece como “las buenas noticias” es para todo el que esté dispuesto a aceptarla y, además, está garantizada.

Más aún, la transformación se produce al someter y entregar nuestros cuerpos, mentes y toda nuestra vida a Dios. A diferencia de la nueva espiritualidad, Dios, en este sentido, no es una conciencia impersonal o suprema ante la que uno pierde su individualidad cuando se une a lo divino, sino que Dios es un Ser relacional (santa trinidad). Precisamente, la relación o unión con el Dios trino es posible porque Dios es un ser distinto a nosotros y eso garantiza que nuestra individualidad o identidad no queda anulada.

Además, para un seguidor de Cristo eso significa que debe cuidar el cuerpo físico porque la Biblia nos enseña que los cuerpos son los templos del Dios vivo. La Biblia afirma la importancia de lo físico porque contiene promesas tanto para el presente como para la vida venidera.(5) Según el apóstol Pablo, la verdadera espiritualidad es tratar nuestros cuerpos de una manera que sea santa y agradable a Dios.(6) La santidad y la transformación vienen por la renovación de nuestras mentes y no por el vaciamiento de nuestras mentes como la Nueva Espiritualidad nos quiere hacer creer. Pablo termina diciendo: “Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”.(7) Por lo tanto, a la luz de la Verdadera espiritualidad, la nueva espiritualidad parece un espejismo.

 

(1) The Westminster Dictionary of Christian Spirituality, ed. Gordon S. Wakefield (Philadelphia: The Westminster Press, 1983), citado en Ajith Fernando, Relating to People of Other Faiths (GLS Publishing, 1989), 163.
(2) Ver Hechos 17:27.
(3) Kenneth Richard Samples, A World of Difference (Grand Rapids: Baker Books, 2007), 236.
(4) Ibid., 238.
(5) Ver 1 Timoteo 4:8.
(6) Ver Romanos 12:1
(7) Romanos 12:2.

Traducción: Dorcas González Bataller

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