«Si mi novia me está poniendo los cuernos, prefiero no saberlo», recuerdo que me dijo mi amigo Luis.
«¿De verdad?», pregunté.
«Obvio, menuda movida», me respondió.
Luis llevaba razón: menuda movida. No obstante, ¿no sería también una movida mantener un compromiso de amor y fidelidad con alguien que dejó de tenerlo hace tiempo? La mentira también tiene un precio.
En el podcast de Cosmic Skeptic, el famoso biólogo ateo Richard Dawkins decía: «Para mí, lo que realmente importa son las afirmaciones de verdad del cristianismo […]. Una religión puede ser valiosa por razones políticas […] pero creo que es la manera incorrecta de abordar la religión. Creo que lo que realmente importa sobre una religión es si es verdadera».
¿Sabes? Estoy absolutamente de acuerdo con Richard Dawkins en lo que respecta a esa idea. Está bien estudiar lo beneficioso y positivo de la cosmovisión cristiana o cualquier otra cosmovisión sobre la cultura, ética y estado del bienestar; pero la pregunta que hacer a una religión no es justo si es útil (social o políticamente hablando), sino si es verdad.
MORFEO: Esto es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia: despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la pastilla roja, te quedarás en el País de las Maravillas y te mostraré hasta dónde llega la madriguera de conejo.
[Morfeo extiende ambas manos, mostrando las pastillas a Neo.]
MORFEO: Recuerda: lo único que te ofrezco es la verdad, nada más.
[Neo observa las pastillas en silencio, dudando por un momento. Finalmente, toma la pastilla roja y la ingiere].
Si viste la película de Matrix, recordarás esta escena. ¿Qué pastilla elegirías tú? ¿Despertar en una realidad ficticia pero placentera? ¿O la verdad y solo la verdad? Yo no quiero vivir mentiras por muy bien que me hagan sentir o por muy buen sistema que desarrollen para vivir. Yo quiero la pastilla roja. No solo porque tenga cierta tendencia prusiana heredada de mi madre, que diría mi progenitor, sino porque estoy convencido de que la verdad es un bien en sí mismo. La verdad desbloquea cosas que no existen sin ella. No hay libertad ni florecimiento sin verdad. No tiene ni siquiera sentido hablar de la utilidad cuando imperan las tinieblas y el escepticismo, al no saber en qué tipo de mundo vivo, qué porcentaje de verdad y mentira enfrento y, por ende, absorbo. Por tanto, ante la pregunta de «¿Qué valoras más, la verdad o la utilidad?», te respondería que la utilidad es consecuencia de la verdad siempre, porque donde está la verdad, tarde o temprano, emergen cosas más poderosas que esta. De manera opuesta, allá donde reinan las mentiras acaban rechinando los dientes.
No buscar la verdad también demanda sacrificios, y con ellos, tarde o temprano, el que termina en el altar eres tú mismo.
Por esta razón, en la introducción del libro te decía que, si ya lo tenías todo claro, si ya tenías toda la razón, probablemente este no era para ti. No porque yo no quiera que lo leas, me encantaría que lo hicieras, sino porque me entristecería profundamente que no te ayudara. Si crees de modo fehaciente que ya tienes la razón, lo normal es que solo encuentres peros en estas páginas, y lejos de preguntas que te empujen al infinito, hallarás limitaciones (incluso a tu propio descubrimiento). Si, por el contrario, te abres a la posibilidad de no estar secuestrado por la razón, ¡bienvenido!
La idea de este libro es explorar lo cotidiano y trascendente, lo humano y lo divino, desde el suelo que pisamos hasta el Misterio, o lo que llamamos Dios. Pero si te acercas sin considerar lo no material como una posibilidad, sin estar abierto a que algo más pueda existir, no habrá posibilidad alguna de que lo descubras aquí.
Conclusión
La mentira nunca es suficiente para nadie, por mucho que te guste o por muy «sencilla» que parezca hacerte la vida. Aun así, perseguir la verdad hasta donde esta te lleve no es tarea fácil: implica asumir el reto de caminar, buscar y explorar de manera activa y abierta, incluso si eso implica que tengas que sufrir y cambiar de opinión. Sin embargo, lo que es seguro es que este esfuerzo te enriquece profundamente y que, sin duda, merece la pena.
Solo la verdad te hará libre.
Josué Moreno
Un fragmento de Dios y el misterio de creer