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Si Dios es un padre bueno que nos ama, ¿por qué no se muestra de una vez por todas para que le conozcamos? El astrónomo Carl Sagan dijo, “Si existe un dios, ¿por qué no mostrar todas las noches una cruz brillando en el cielo?”

¿Sabías que la Biblia reconoce la validez de esta pregunta? Job dice sobre Dios, “no lo encuentro…no lo veo…no alcanzo a percibirlo”. Otra persona exclama en un salmo, “¿Por qué te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?” La pregunta es, ¿por qué querría esconderse de nosotros? ¿Qué tipo de dios hace eso?

En primer lugar, si Dios es un ser superior, tenemos que reconocer que no podemos marcar nosotros los límites de su actuación o comportamiento. ¿Qué tendría que hacer Dios para que le hicieses caso? Imagínate que te gusta una chica que te dice, “Solo sabré que me amas si me compras un diamante de un millón de euros”. ¿Sería justo por su parte exigirte cómo demostrar tu amor por ella? Normalmente la persona que ama es quien elije cómo revelar su amor. De la misma forma, Dios es libre de expresar su amor por nosotros de la forma que él quiera. Pero tenemos que ser sinceros con nosotros mismos y reconocer que, muchas veces, no es solo que nos cueste la idea de un Dios, es que no nos interesa que exista un Dios que nos diga cómo vivir. La Biblia dice que el problema no es la falta de pruebas sino que, como dijo Jesús, “el hombre prefiere la oscuridad antes que la luz”. Solo basta mirar las noticias para ver que tenía razón.

La Biblia dice que Dios “se percibe claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.” La complejidad del universo, el hecho de que exista algo en vez de nada, de que seamos seres morales, espirituales, conscientes de nosotros mismos…son prueba de que hay un Dios detrás de este mundo. En palabras del astrónomo y premio Nobel Allan Sandage, “Dios es para mí un misterio, pero es la explicación para el milagro de la existencia, de por qué hay algo en vez de nada.” Es relativamente fácil olvidarse de Dios si vives en una ciudad o si estás todo el día en internet, ya que ambos mundos han sido creados por el hombre y nos recuerdan lo grandes que somos. Pero cuando contemplas un amanecer o un cielo estrellado, el asombro te envuelve y te recuerda que no somos el centro del universo.

Otra muestra del amor de Dios es el placer: la enorme diversidad de sabores y colores, la amistad, el amor, el deporte, la música y el arte. Parece que el mundo está diseñado para ofrecernos una infinidad de placeres. ¿Por qué existen deseos en mi interior, que el mundo del exterior sabe satisfacer? Y ¿qué de nuestra sed espiritual? El escritor C. S. Lewis dijo, “si encuentro deseos dentro de mí que nada en este mundo puede satisfacer, la única explicación es que fui creado para otro mundo”. Dios nos ha creado para estar con él y hasta que no volvamos a sus brazos seguiremos sedientos. Vivimos con esta contradicción interna. Necesitamos a Dios como agua en el desierto; sin embargo huimos de él porque no queremos depender de nadie.

Se cuenta que un rey poderoso, al pasar por una calle, quedó prendado de una plebeya. ¿Cómo podría casarse con ella? Podría forzarla con su autoridad, o podría llamar su atención con toda su riqueza y poder pero en ambos casos nunca sabría si su amor por él sería sincero. El rey sabía que para ser correspondido de verdad, tendría que esconder su esplendor. ¿Cuánto más el Dios del universo que nos ama y quiere que le amemos de forma libre y sincera, y no que le busquemos por conveniencia o por estar abrumados? Esta es la clave de por qué Dios se esconde hasta cierto punto: para que le amemos de verdad, tiene que limitar su revelación o sería demasiado abrumadora.

En la historia, el rey decide que no sería suficiente disfrazarse de plebeyo, sino que deja su trono, se hace carpintero para ser uno de ellos, hablar su lenguaje, y así, de forma natural, ganar el corazón de la muchacha. Y ese es el mensaje de la Biblia. Dios se ha revelado como humano para que le conozcamos. Jesucristo no era un simple profeta galileo, sino Dios hecho hombre en una misión de rescate para traernos de vuelta al Padre. Poniéndose a nuestro nivel, nos da la opción de seguirle o rechazarle.

El problema, por tanto, no es que Dios no se revele de forma suficientemente clara; el problema es si estamos mirando o no porque no hay más ciego que el que no quiere ver. Jesús dijo, “Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá.”

 — Andy Wickham

Otra respuesta en video por Jaume Llenas Marín

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Andy Wickham

Director y comunicador de Fundación Pontea

Un comentario

  • gregorio dice:

    El problema no es que Dios no se revele de forma suficientemente clara, el problema es que no se revela de la forma que a nosotros nos interesa.
    En otras palabras, el problema es presuponer que no se revela de forma suficientemente clara, pues el problema se centra en la premisa/tesis de trabajo que hemos aceptado por valida, a saber, ¿Cómo puedo creer en un Dios que no se revela?.
    Pero, Dios se ha Revelado, tal la Tesis del Texto Sagrado, mas,
    ¿Qué no nos satisface de tal Revelación, y que nos impele a desear mas?.
    ¿Qué no nos gusta de ella?, ¿Qué errores percibimos? ¿Qué mejoras detectamos?.
    ¿Qué nos gustaría oir decir a Dios?

    El problema es la tesis actualmente aceptada. Tal el problema.